Ruta nocturna en la zona cero de la dana: brigadas, bares improvisados y pastillas para dormir
Los únicos sonidos de la noche son algunos gritos lejanos, aplausos cada cierto tiempo a retenes de militares y las pisadas sobre el barro de cuatro personas contadas
Al caer la noche, una barrera de bruma y luces destelleantes de coches de policía en medio de la oscuridad genera una especie de telón de teatro a las afueras de Paiporta. Pasado ese límite, el escenario apocalíptico de la zona cero de la dana se multiplica por cuatro al ponerse el sol. Todavía este lunes había calles en el corazón de la localidad valenciana, de 27.000 habitantes, donde el lodo acumula medio metro y a duras penas se puede caminar con botas de agua. Por el día la imagen es asoladora, pero la noche da paso a una escenografía aún más distópica. En el crepúsculo, esas vías quedan desiertas, en silencio, sin farolas encendidas y lóbregas, salvando las luces de algunos domicilios y las linternas de quienes se aparecen súbitamente: algún voluntario perdido, miembros de brigadas vecinales o efectivos de las fuerzas de seguridad. En el interior de las casas aún habitadas quienes consiguen conciliar el sueño lo hacen a duerme vela. Algunos incluso con pastillas tras varias jornadas de angustia.
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