Tadej Pogacar conquista en solitario el Mundial de ciclismo en Zúrich
El esloveno ataca a 100 kilómetros de la meta y siembra a su estela un caos que a todos ahoga: O’Connor, segundo, y Van der Poel, tercero, con Mas, con ellos, octavo
Chagall tenía un ángel en la cabeza que guiaba su mano, eso decía Picasso, boquiabierto ante la vidrieras, más hermosas que la luz que las atraviesan, que pintó en una pequeña iglesia de Zúrich, una callecita y un puente al lado por donde pasa volando Tadej Pogacar, y en su cabeza un ángel que le inspira, o un demonio que le confunde, pueden pensar sus rivales, los mejores ciclistas del mundo, que, tan boquiabiertos quizás como Picasso, más aún, le ven partir, ligero como la brisa, más rápido que el viento, solo, libre, cuando aún quedan 100 kilómetros de carrera, e, incrédulos, no son conscientes de que está destrozando su corazón la violencia del ataque inesperado.
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