La vitamina C en el otoño tiene forma de mandarina
España es la principal productora en Europa de esta fruta, que cuenta con multitud de variedades y que en cocina sigue a la sombra de su hermana mayor, la naranja
En el siglo XVI, cuando los exploradores portugueses se adentraron en el Mar de la China Meridional les tocó lidiar con burócratas para comerciar. Les denominaban mandarines y sus ropas eran llamativas, siempre de tonos naranjas. Por eso, cuando los aventureros conocieron una fruta del mismo color la bautizaron en su honor: mandarina. Por aquel entonces era un producto prácticamente desconocido en la península Ibérica, pero hoy España lidera su producción en todo el continente europeo, con la Comunidad Valenciana en un indiscutible primer puesto. Su facilidad para pelarlas con la mano y su sabor entre ácido y dulzón las ha convertido en un clásico para tomar durante el postre en casa. Su presencia en restaurantes es más escasa. En la cocina todavía queda a la sombra de la naranja y el limón. “El rendimiento de su zumo es menor”, concede Manu Núñez, chef de los restaurantes Besta y Batea, ambos en Barcelona. “Sin embargo, da muchísimo juego, sobre todo por los aromas esenciales de su piel”, destaca el cocinero.
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