Todas las armas
Tenemos una capacidad de autoengaño fabulosa; sabemos inventar mil argumentos para eludir nuestra responsabilidad
Hace muchos años, quizá más de 20, vi en una película norteamericana cuyo título he olvidado una escena espeluznante: un satélite sacaba un vídeo cenital de un campamento de terroristas en el desierto. Allá abajo salía un hombre de una jaima, y se le veía con tal claridad que los receptores del vídeo, en un despacho a miles de kilómetros de distancia, reconocían en él a un archienemigo y lo pulverizaban con un misil. No guardo en la memoria nada más del filme, pero sí recuerdo que esa escena produjo un gran impacto y fue muy comentada, por el vertiginoso salto bélico-tecnológico que suponía. Hoy esa precisión letal casi nos parece una chuminada; ahora la artimaña carnicera que nos tiene pasmados y horrorizados es esa habilidad para reventar tropecientos buscas y walkie-talkies al mismo tiempo y a distancia.
¿Cuál es tu reacción?