Una verdad después de cuatro mentiras siempre es una verdad sospechosa
No son los ciudadanos los que arquean las cejas al saber de esa comida de tantas horas con una periodista: es Mazón ocultando esa comida hasta que no puede más
Antipática sucesión de versiones que la Generalitat dio sobre las cinco horas desaparecido de Carlos Mazón, entre 14.30 y 19.30, en la dana: una comida privada, una comida de trabajo, una reunión con el presidente de la patronal valenciana (que lo negó espantado, porque se habían reunido dos horas antes: con este marrón no miente para decir que comió contigo ni tu madre) y de nuevo una comida privada, o sea que volvió al principio pero con sigilo: resulta que fue una comida cerca de la Generalitat, y al acabar, con varios pueblos ya inundados y los primeros desaparecidos, se metió en su despacho a trabajar en los Presupuestos completamente incomunicado (porque si estaba comunicado, y seguía dale que te pego con las partidas de alumbrado, ahí tenemos ya un problema difícil de afrontar). Quizá fuese esta la peor versión de todas. Quizá hasta una comida breve de trabajo tuviese alguna disculpa, si luego cayó rendido en una siesta. ¿Pero haciendo números en plan Pitágoras mientras el agua ya llegaba a las rodillas de sus ciudadanos?
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