El espíritu del 45
Los laboristas británicos quisieron cambiar la vida de las personas y lo lograron, algo que sus sucesores no consiguen hacer
Puede que el orden nacido en la posguerra europea, con sus consensos sobre el Estado del bienestar y la preminencia de la paz y los derechos humanos, comenzara a socavarse cuando las generaciones sin el reflejo moral surgido de 1945 cobraron protagonismo. La Segunda Guerra Mundial ya no forma parte de la vida íntima y familiar de la mayoría de los ciudadanos europeos, y a algunos estudiantes, cuando escuchan hablar de ella, les resulta tan ajena como las campañas napoleónicas. Las consecuencias empiezan a ser notorias: dudas respecto a la democracia, desconfianza en la política, xenofobia, nacionalpopulismo; guerras en Ucrania y en Oriente Próximo; victorias de la ultraderecha en Länder alemanes y Austria. Aquel viejo orden partía de una premisa: nunca más a la guerra y al fascismo, pero también a la pobreza y las condiciones insalubres que describió Orwell en El camino a Wigan Pier. Y a recordar el optimismo y el impulso cargado de razón que supuso en el Reino Unido la victoria laborista de Clement Attlee, dedicó Ken Loach su documental El espíritu del 45.
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