Enterrar a una víctima de la dana: “La única opción era incinerarla, o llevarla a otro pueblo, y me negué”
Algunos cementerios afectados en la zona cero de las riadas reabren a marchas forzadas para dar una sepultura digna a los fallecidos
Con la manguera en la mano, la ropa manchada de barro, y un lazo negro, Juan José Monrabal trabaja incansable, cada día, en el cementerio de Catarroja. Se le puede ver al final, a la izquierda, donde está enterrado su padre y donde espera, si nada se tuerce, que descanse también su madre, Isabel Ibáñez, de 84 años. El martes el agua entró por su casa, y falleció ahogada en su habitación. “La semana que viene espero poder darle sepultura”, desea este hombre, de 54 años, que por un momento temió no lograrlo. “La única opción que me daban era incinerarla o enterrarla en otro pueblo, y me negué”, cuenta. Desde entonces, batalla para que Isabel descanse donde quería, junto a su marido, lo antes posible.
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