España y la idea de vivir juntos
Ni monarquía del Antiguo Régimen, ni imperio, ni guardián del catolicismo, pero todavía hay quienes se enredan en polémicas con un país que ya no existe
El arzobispado de México recibió en 1777 el encargo de realizar un padrón. La autoridad imperial pretendía ver reflejadas sus posibilidades fiscales para afinar en la recaudación de los distintos tributos y quería que se le ofreciera un conteo de cuántos españoles residían en aquellos dominios suyos, cuántos indios y cuántas castas para así proceder en el cobro con más eficacia. La cosa se complicó, no resultaba tan simple colocar a gentes de tan distintas identidades en tan pocas categorías, así que al final el arzobispado tuvo que utilizar una clasificación que llamo de calidades, mucho más elaborada: “españoles, castizos, mestizos, indios, mestindios, mulatos, negros, moriscos, lobos, albinos, coyotes y chinos”. La relación es una muestra de cuán plural era México entonces, no parece que existieran solo los españoles y los indios, como dos masas puras y compactas que se miraran de reojo y se enseñaran los dientes. El imperio iba a esquilmar a cuantos pudiera, y allí donde pudiera, pero la tarea de emanciparse de su yugo no iba a ser una batalla que fuera a librarse entre dos unidades puras y sin fisuras (los buenos y los malos).
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