Explorando Benicàssim, de sus vestigios de la ‘belle époque’ a las cercanas islas Columbretes
Quizá el aspecto más genuino de esta singular población en la provincia de Castellón sea el núcleo conocido como Las Villas. Pero cualquier visita merece extenderse al parque natural del Desert de les Palmes y al archipiélago de origen volcánico
Todos, ante un mapa de la costa valenciana, han oído hablar de Benidorm. El sueño puntiagudo de sus rascacielos, reinando sobre el microclima de la bahía, han convertido este enclave de la comarca de la Marina Baixa en un paraíso del turismo internacional. Unos 230 kilómetros más al norte, sin embargo, Benicàssim exhibe una templanza climática igualmente envidiable, pero la altura más moderada de sus edificios sugiere una engañosa modestia que hay que desvelar. A unos 20 minutos en coche de la ciudad de Castellón, Benicàssim pertenece a la comarca de la Plana Alta. Sus 20.000 habitantes se triplican en verano, pero en ningún momento provocan sensación alguna de agobio o aglomeración. Con la excepción, por supuesto, de sus conocidos festivales de música internacionales, el FIB o el Rototom Sunsplash (cuyos circuitos, de todas formas, están perfectamente delimitados). El turismo local, así, se configura en una amalgama de castellonenses que tienen aquí sus segundas residencias, muchos madrileños y el elemento internacional.
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