Joel Meyerowitz, el mito de la fotografía que se descubrió a sí mismo en Málaga: “La experiencia española es central en mi vida”
El legendario artista neoyorquino vuelve a pasear por las calles andaluzas medio siglo después del viaje iniciático que transformó su visión
El músico callejero toca las notas de Bella ciao en su violín mientras la ciudad bulle a su alrededor. El sol aprieta. Cientos de turistas van y vienen con la prisa incorporada a su itinerario. Hay grupos que persiguen el paraguas de un guía, otros portan ruidosas maletas con ruedas, algunos miran souvenirs sin alma. Solo una persona camina despacio, sin revoluciones, un espíritu silencioso. Lleva una cámara de fotos en la mano. Observa atento, se desplaza con calma, acecha el momento. Pum. Lo encuentra de repente cuando un joven con kimono azul se pone a bailar. Tiene 86 años, pero Joel Meyerowitz (Nueva York, 1938) se transforma entonces en un chaval. Es instantáneo, un impulso. Dispara. Se gira. Dispara. Se contonea. Pulsa el botón, se aleja, dispara. Un gimnasta en busca del encuadre perfecto. Son segundos que concentran una eternidad. Hasta que el momento se evapora en un fogonazo y solo permanece en su vieja Leica, archivo de fantasmas. Entonces el fotógrafo vuelve a fundirse entre la multitud, se hace invisible. Meyerowitz en estado puro.
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