Los países ricos se comprometen a aportar 300.000 millones de dólares de financiación climática
La COP29 cierra un pacto para aumentar el apoyo económico al sur global, que critica la cicatería de las naciones desarrolladas
Ni las guerras ni la pandemia del covid ni las tensiones entre China y Estados Unidos han bloqueado en el convulso último lustro los acuerdos en las cumbres del clima, de las que siempre se ha conseguido sacar adelante algún pacto, aunque resultase insuficiente o débil y no haya logrado aún que las emisiones caigan a la velocidad suficiente. En la cumbre de Bakú la cuerda se ha llegado a tensar tanto que parecía que esta vez se terminaría por romper. Pero, de nuevo, los casi 200 países reunidos en la capital de Azerbaiyán en la COP29, la conferencia climática anual de la ONU, han sacado adelante en el tiempo de descuento un acuerdo sobre la financiación, a pesar del entorno internacional tan complicado y del papel un tanto caótico que ha jugado la presidencia de la cumbre, que recaía en Azerbaiyán como país anfitrión. Las negociaciones climáticas siguen siendo la aldea gala del multilateralismo.
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