Ronchitos, adoquines o de piñones: cuando los caramelos son el orgullo de un pueblo
La identidad de una sociedad, a veces, cabe en la palma de la mano y tiene una vida efímera en la boca
Los caramelos de malvavisco en Bilbao, los de tofe en Logroño, los de piñones en Pamplona, los adoquines en Zaragoza o los Ronchitos de León son dulces que llevan impresos el carácter de un pueblo. Algunos, como los vascos, habitan el imaginario de varias generaciones desde hace más de trescientos años. Otros más recientes, como los maños, cuya existencia no tiene más de medio siglo, parece que siempre han estado ahí.
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