Un día en el entrenamiento de la astronauta Sara García para aprender a no morir en el espacio
La científica española ha iniciado su implacable instrucción para convertirse en un ser extraterrestre. EL PAÍS la acompaña durante una jornada en su nueva vida
La oferta de trabajo era salvaje. El empleo requería encerrarse durante meses en un recinto claustrofóbico sin posibilidad de escapar, con orina purificada de otras personas como única bebida y con la obligación de hacer de cobaya humana en experimentos invasivos. El riesgo de morir era alto. Uno de cada 35 trabajadores fallecieron antes en el intento. Pese a todo, se presentaron casi 23.000 aspirantes con currículums asombrosos, de los que solo 17 superaron las inflexibles pruebas para ser astronauta de la Agencia Espacial Europea y unirse a “la mayor aventura de la humanidad”: un viaje a la Estación Espacial Internacional con la vista puesta en futuras misiones tripuladas a la Luna. La española Sara García, nacida en León hace 35 años, es una de los elegidos. El 28 de octubre comenzó su entrenamiento con un objetivo básico: aprender a no morir.
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